sábado, 29 de septiembre de 2012




Nunca nos paramos a pensar lo extraña que es la existencia. Todos los que necesitan creer en esoterismos, magias, religiones y otras fantasías tienen, en realidad, una idea muy prosaica de la vida, de la existencia. No se dan cuenta de lo extraño y extraordinario que es simplemente existir, les parece de lo más normal y entonces inventan cuentos para echarle un poquito de sal a la cosa. Luego nos acusan de no estar abiertos a las “maravillas” que ellos imaginan cuando es al revés: ellos son los ciegos, los insensibles, los que no ven más allá de sus narices, los que no se enfrentan al Misterio. Y, si alguna vez vislumbran fugazmente su reflejo solo de reojo, se apresuran a taparlo con dioses, chamanes y brujerías varias.

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