martes, 27 de marzo de 2012

SIN REMORDIMIENTO


Me había traicionado una, dos, cinco, diez veces. Y siempre le perdone. Pero, desde que cumplí los cuarenta, sus traiciones empezaron a ser algo cotidiano. Un día no pude soportarlo más y le asesiné.
No me arrepiento.
Estoy mucho mejor sin mi puto subconsciente.

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